Existen dos componentes que son aliados para que la piel luzca más lisa, firme y luminosa: el retinol y los péptidos. El retinol (un derivado de la vitamina A), ayuda a acelerar la renovación de la piel y a estimular el colágeno, por eso mejora la textura, suaviza las líneas finas y apoya un tono más uniforme con el uso constante. Lo más recomendable es empezar de forma gradual y acompañarlo siempre de hidratación y fotoprotección diaria, para que la piel se adapte sin irritarse y los resultados sean sostenibles en el tiempo.
Por otro lado, los péptidos son pequeñas cadenas de aminoácidos que actúan como mensajeros: pueden indicarle a la piel que refuerce su colágeno y elastina, favoreciendo la firmeza y la elasticidad, además de ayudar a mantener una barrera cutánea más estable y una hidratación confortable. Combinados en una rutina simple el retinol por las noches y los péptidos en las mañanas ofrecen un enfoque complementario: el retinol impulsa la renovación y los péptidos apoyan la recuperación y la resiliencia de la piel. Con constancia, esta dupla puede traducirse en un aspecto más joven y saludable, sin trucos: pasos claros, dosis adecuadas y usando protección solar como hábito diario.
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